
Me enfrento a la mañana sin haber soñado en toda la noche, con tiritas y miles de recuerdos rotos en el bolsillo sucio de la chaqueta, con el corazón en la mano en medio de la calle, el pelo suelto y la duda metida en la cabeza. El tráfico matutino y las paradas de bus llenas de desconocidos. De almas rotas en tres. Empieza a llover y yo sin mí paraguas. Empieza a anochecer y yo sin tí. No lo sé. Raro. Raro y bonito a la vez. Puede que quizás me haya desesperado.
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